miércoles, 25 de mayo de 2016

CCorrección de la actividad de clase.

EEn esta entrada, describiré una actividad que realizamos en clase de LITERATURA INFANTIL el día 20/04/2016 en la Universidad La Salle.


En la clase anterior, nuestra profesora nos avisó de que debíamos ponernos en grupos de tres personas y elegir una de las siguientes opciones para cada uno: leer un libro, narración con libro y cuentacuentos.

- Para la lectura de un libro, sólo hacía falta traer un libro, el cual tenía que ser literario, y seguir su lectura mientras se van mostrando las imágenes.

- En el caso de la narración con libro, también era necesario llevar a clase un libro literario, pero esta vez, no podrá ser leído, sino que había que narrarlo con nuestras palabras, al mismo tiempo que se van mostrando las imágenes que el libro tiene.

- Y en el último caso, había que contar un cuento folclórico, sin ayudas visuales ni textuales que nos pudieran ayudar con su narración. Es decir, debíamos aprendernos en cuento.

En mi caso, mi grupo de tres estaba formado por Inma, Iván y yo, quienes decidimos que la mejor manera de escoger el papel que tenía que desarrollar cada uno era echarlo a suertes.

Para ser sincera, todos preferíamos el libro leído, ya que al tener el texto delante, a pesar de los cuentos son fáciles de contar y leer, siempre nos da seguridad tener el texto de apoyo, por si nos perdemos o nos ponemos nerviosos, además de que esto requiere menos preparación.

Obviamente, la estrategia que menos preferíamos era la de cuentacuentos (cuento folclórico), ya que era la más laboriosa y la que más preparación requería, pero tampoco pasaba nada si nos tocaba, ya que, en realidad, no considerábamos “mala” ninguna opción.

A mí me tocó la opción del libro narrado. :D

                                   

Antes de la actividad, me informé de cómo debe realizarse la técnica de la narración con libros, que consiste básicamente en tener el libro delante, para que los niños a quienes se lo vas a contar puedan ver las imágenes del mismo, y en vez de leer lo que pone en cada página, describir la historia (sabiendo de lo que va el libro) según se vayan dando las imágenes, es decir, no se debe contar la historia ilustrándola con las imágenes, sino que se “cuentan” las ilustraciones, narrándolas, describiéndolas, apoyándose en los decorados, en los personajes, en los detalles de los gestos o movimientos…etc.

La narración con libro es una “narración”, no una lectura, aunque haya quienes prefieran leer los libros con apoyo gráfico para trabajar la secuenciación de imágenes y el razonamiento icónico, debido a que la narración con libro está pensada, fundamentalmente, para trabajar la decodificación gráfica e icónica.

La técnica de la narración con libro es muy parecida al cuentacuentos, porque en realidad no se lee, sino que se cuenta, pero con el apoyo de las imágenes.

En esta actividad, al tener que contarles el cuento a tres personas, el tamaño de éste no tenía por qué ser grande, ya que al ser pocos, un libro de tamaño medio podría servir, por eso, escogí el libro sobre el que escribí en la primera entrada de este blog: “Un poco perdido” de Chris Haughton, el cual considero ideal para la edad de 2-3 años (como expliqué, como ya he dicho, en la primera entrada del blog), ya que, como aún lo tenía por casa, pues pensé: “Como éste ya me lo he leído, y hasta lo he analizado, lo llevo y se lo cuento a mis compañeros, y así aprovecho y se lo devuelvo a mi profesora, que fue quien me lo prestó”.

Esto, si estuviera en una clase de Infantil, no podría haberlo hecho, ya que la manera más común de leer un libro es poniendo a los alumnos en corro o sentados frente a ti (en el caso de mis prácticas los cuentos se contaban en el espacio del tatami, donde se realizaba la asamblea), y con el libro que había escogido solo podrían ver las imágenes aquellos que estuvieran colocados frente a mí y en primera fila, ya que es un libro de tamaño mediano, por lo que tendría que haber elegido otro o contarlo en grupos reducidos.

En cuanto a la preparación, me repasé la historia del libro el día de antes de la actividad, pero no lo ensayé como es debido con nadie, ni delante del espejo, simplemente pensé en dejarme llevar y contarlo lo mejor que podía en clase.

                                   

En el momento de realizar la actividad práctica en clase, como nos faltó uno, tuvimos que acoplarnos con otro grupo, y cada uno se dispuso a contar su cuento.

La primera vez, comencé yo, contando mi cuento a Silvia, Emi, e Iván. La verdad es que romper el hielo siempre da un poco de vergüenza, y más si vas a contar un cuento para niños a adultos, como si de niños se tratasen, las siguientes veces en las que me tocó con diferentes personas, fueron empezando ellos.

Al principio, para introducir en cuento les dije algo así como “Buenos días, os voy a contar un cuento que se llama Un poco perdido, pero para ello, hay que pedirle permiso al libro” y comencé a decir: “Libro por favor, ábrete”, y como no me hacía caso, les pedí- entre risas por la vergüenza -a mis compañeros que me ayudaran, con lo que ellos, entre risas también, me ayudaron a pedirle al libro que se abriera.

Una vez que comencé la narración, procuré no leer ni una sola palabra de las que en el libro aparecían, ya que me sabía perfectamente el argumento de la historia, y la verdad es que no me había preparado ningún guion, sino que el narrarlo fue más bien improvisado, mientras señalaba los elementos a los que me iba refiriendo y cuidando la entonación todo lo que podía, para que fuese clara y atractiva.

Jugaba también con mis compañeros, a preguntarles “¿es esta la mamá del pequeño búho?” cuando la ardilla en su intento de ayudar al pequeño búho a encontrar a su mamá nos llevaba a personajes como un oso, un conejo o una rana, para que ellos respondieran que no. La verdad es que participaron de manera muy positiva.

Cada vez que acababa de contarlo, mis compañeros me daban algunos consejos y opinaban sobre como lo había hecho y qué aspectos podía mejorar, al igual que hacía yo con ellos cuando acababan su lectura/narración.

De entre los comentarios que me dieron se podría destacar los siguientes:

- Ir más despacio, debido a que mi ritmo era adecuado para mis compañeros, pero para contárselo a niños de 2-3 años podría resultar complicado.

- Poner voces a los personajes, para que así los propios niños puedan notar cuando se hablan los distintos personajes, aunque después se lo vayamos a decir. (Con esta última no estoy de acuerdo, como explicaré posteriormente).

- Podría preguntar cosas como: “¿Qué creéis que pasará ahora?”

- Como se trataba de una narración, podía “cambiarla” un poco a mi antojo, y me aconsejaron que en vez de decir que “todos se fueron al nido a comer galletas”, lo cambiara por “comer alpiste” o algo así, lo cual resultaba más real.

En cuanto a las cosas buenas que creo que he realizado en mi narración, podría destacar la entonación, ya que procuré que fuera lo menos monótona posible, y la teatralicé un poco (tampoco mucho, me daba vergüenza). Además, hice participar a mis compañeros en distintas ocasiones, y por supuesto, no leí nada de lo que estaba escrito en el libro, si acaso, algunas onomatopeyas.

Creo que podría mejorar la teatralización de mi lectura. La verdad es que nunca antes había contado un cuento y me daba bastante corte hacerlo delante de dos o tres personas adultas, por mucho que fueran de mi clase, ya que no eran mi grupo de amigas, por lo que hacer el ridículo daba más impresión y a veces entraba la risa, pero solo al empezar a contarlo, luego, una vez que estaba roto el hielo, seguía el cuento con normalidad.

Desde luego, creo que delante de los niños lo habría hecho mejor, porque no es lo mismo contarle un cuento a tus semejantes que a tus alumnos o a cualquier niño.

Con los niños, habría teatralizado más porque no me daría tanto corte, además de exagerar más las palabras como “GRAAAANDE”, “puntiagudas”…etc, así como los gestos, para que los propios niños puedan hacerlos conmigo.

Se supone que ellos mismos te imitan cuando haces los gestos, pero en el caso de que no lo hagan, siempre podría preguntarles “¿A ver como hacéis GRAAANDE?”

Además, iría señalando más los personajes, hablando de forma más calmada, pero , como he dicho antes, no cambiaría las voces de los personajes, ya que mientras que realizo la narración les estoy señalando qué personaje habla, por lo tanto no sería necesario. También iría representando las emociones con el rostro (alegría, preocupación, sorpresa…etc.) a la hora de contar lo que en el cuento pasa, como cuando encuentran a mamá búho, o la ardilla le lleva ante animales que no son su mamá…etc.

Considero que con el tiempo los cuentos se aprenden a contar mejor, ya que, como con todo, la práctica hace que vayamos cogiendo soltura y aprendamos a hacerlo, a pesar de que a los niños los cuentos les van a gustar los cuentes como los cuentes.

Otra cosa que podría hacer es que mientras que voy narrando el cuento, sean los propios niños los que improvisen los movimientos y las acciones de los personajes cuando la narración lo requiera. Claro que, como narradora, es mi deber estar atenta para motivar animar y guiar dicha representación.

Considero buena la estrategia de narrar el cuento, ya que favorece el juego simbólico, la identificación con los personajes y la comprensión de las acciones.

En cuanto a la realización del taller, lo considero una buena práctica, porque nunca sabes verdaderamente como contar bien un cuento sin ponerlo en práctica, y aunque en mi opinión no lo he hecho mal, sé que se necesita mucha práctica para hacerlo correctamente.

Además, he podido fijarme en estrategias que el resto de mis compañeros utilizaban, y en ocasiones pude encontrarme con algunas parecidas, decidiendo quedarme con las que más me gustaban.

Por ejemplo, Marta hizo una que me gustó mucho que consistía en lo siguiente:

Nos decía (a las personas a las que tenía que contarnos el libro) que nos iba a contar un libro, pero antes de abrirlo actuaba como si el libro no le dejara abrirlo, y nos decía que teníamos que pedirle permiso, acto seguido nos lo ponía delante y nos animaba a darle unos golpecitos para que el libro “se despertara”, y después lo repetía ella y decía, muy calmadamente y como en un susurro: “Vale, ahora sí nos deja abrirlo…” y comenzó su lectura tras decirnos el título del libro.

También, pude escuchar distintas entonaciones a la hora de relatar un cuento, las cuales pude ir aplicando las siguientes veces que relataba el cuento, aunque he de confesar que después de contarlo varias veces ya no me lo curraba tanto, porque estaba cansada y además me dolía la cabeza, debido al barullo.

Quitando eso, la actividad me encantó, ya que además de conocer la teoría sobre cómo contar de manera correcta un cuento, pude ponerla en práctica, cosa que, parece fácil, pero no lo es. Al menos para mí.

Me gustaría que llegue el día en el que sepa contar cuentos a los niños y tener la sensación de que verdaderamente lo he hecho bien. Espero que para la próxima me salga mejor, e ir mejorando poco a poco.

¡NOSOTR@S PODEMOS!


BIBLIOGRAFÍA:

http://www.milrazon.es/Libros/un-poco-perdido-Chris-Haughton-a-bit-lost-cuento-del-pequeno-buho.aspx (15/03/2016)

https://librosdepapelblog.wordpress.com/2013/04/02/un-poco-perdido-de-chris-haughton/ (15/03/2016)

https://clinicadeansiedad.com/problemas/ansiedad-por-separacion/ansiedad-y-miedos-en-la-infancia/ (14/03/2016)

http://espanol.babycenter.com/a10900097/la-ansiedad-infantil (14/03/2016)

https://www.healthychildren.org/Spanish/ages-stages/toddler/Paginas/Emotional-Development-2-Year-Olds.aspx (14/03/2016)

http://internenes.com/index.php?module=recursos&func=jugar&grp=psicologia&orden=2&pag=4&id=12378(24/03/2016)

(He utilizado la misma bibliografía que en mi primera entrada, la del análisis del libro "Un poco perdido", porque al contar el mismo, lo he enfocado a niños de la misma edad que en dicha actividad, contándolo teniendo en cuenta sus caractéristicas, las cuales, por no repetirme, podéis leer en mi primera entrada.)

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